martes, 25 de junio de 2013

EL GRAN HERMANO

Llego a casa con hambre, ni sólidos ni líquidos desde el café de las 10'30, y sorprendo a mi botijo ojeando la edición digital de El Mundo.  Me recuerda que el asunto sobre el que trata la noticia lo hemos comentado en varias ocasiones y que nunca nos hemos puesto de acuerdo.  Leo con atención mientras soporto una ráfaga de yatelodijes y las consiguientes risas socarronas.
Podéis leerlo aquí: noticia google elmundo  "El abogado general de la UE da la razón a Google, que no tiene que borrar contenidos de su índice."

Es el derecho al olvido un tema de moda.  Los buscadores de internet sacan a la luz informaciones que ya teníamos olvidadas.  Esa deuda publicada en un boletín oficial, esa foto que alguien ha colgado en Facebook, aquél currículo de cuando no conseguíamos encontrar trabajo y así hasta el infinito.  Se me ocurre que, si quisiera contratar a alguien, me parecería lo más normal intentar obtener información para saber a quien estoy contratando.  Se me ocurre también que no lo entendería, e incluso me parecería mal, si le doy la vuelta a la tortilla y soy yo el cotilleado. Es lo que tiene la condición humana, contradicción como primer apellido.

Internet ha revolucionado el mundo, resulta indudable.  Y ahora, una vez abiertas las puertas, pretendemos cerrarlas alegando un presunto derecho a la intimidad y a la propia imagen.  Los buscadores de internet únicamente nos dicen donde encontrar los datos que buscamos, no son los dueños ni los responsables de esos datos ni de esas informaciones.  Tenemos perfiles en varias redes sociales, contamos en blogs como este nuestras opiniones e ideas, divulgamos imágenes e información a diestro y siniestro sin, en muchas ocasiones, ser totalmente conscientes de lo que estamos haciendo.  Nuestro móvil nos delata cuando recibimos o enviamos mensajes, whatsappeamos sin compasión como si nos fuera la vida en ello.  Aireamos, en definitiva, nuestra vida a todo aquél que quiera escucharnos e invocamos después un derecho a la privacidad que previamente hemos hecho trizas.

Ese gran hermano que todo lo ve, ese ojo al que nada se le escapa, es un ojo humano.  O tal vez no ......

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