jueves, 25 de abril de 2013

MI AMIGO JOHNNIE

Nada fuera de lo normal.  En una calle estrecha cualquier sonido se amplifica y es capaz de, por un momento, hacer dudar al cerebro.  Décimas de segundo angustiosas seguidas por esa sensación de poder que da saber que todo está bajo control.
 
La inquietud regresa más velozmente de lo que se alejó,  No es un ruido cualquiera lo que escucho, prestando la atención necesaria llego casi de inmediato a la conclusión de que lo que estoy escuchando son pasos.  Aumento el ritmo de mi caminar, intentando mantener la calma.  No lo consigo, noto en las sienes la aceleración del pulso y un sudor frío rocía mi cara consiguiendo que la suave brisa que provoca mi propia velocidad parezca cierzo invernal.
 
La punzada del miedo se hace mas intensa, cada vez los pasos suenan mas cerca de mi.  Considero seriamente la posibilidad de echar a correr sin saber muy bien hacia donde dirigir la huida.  Desecho la idea a la vez que, impulso repentino y poco meditado, doy media vuelta dispuesto a enfrentarme cara a cara con quien quiera que sea.
 
Hasta aquí puedo recordar.  En el segundo siguiente, abandonado morfeo, estoy despierto sin abrir los ojos, aunque con la misma respiración agitada y el mismo sudor en el rostro.  Me duele la cabeza, me duele todo y muevo el cuerpo sobre el colchón intentando encontrar una postura mas cómoda.  El brazo derecho aterriza sobre algo frío y viscoso que no identifico en un primer momento.  El mal olor me confirma que el vómito es real y salto como un resorte para refrescarme la cara y quitarme la porquería de encima.
 
Aún no demasiado presentable, me dirijo al salón.  Allí, sentado, está mi botijo ojeando un periódico.  Son las cuatro de la tarde y me mira displicente mientras deja el periódico sobre la mesa y se va.  Caigo pesadamente sobre el sillón y mi vista se posa sobre el titular.
 
"El Consejo de Ministro de mañana pondrá en marcha nuevas medidas de austeridad".
 
Vuelven el sudor frío y la respiración agitada.  Desaparece todo rastro de dolor.  Mi botijo regresa.
 
- ¡¡ Cuanto daño hace el alcohol !!  -me dice-.
- He tenido una pesadilla angustiosa -contesto intentando disculparme-.
- La auténtica pesadilla la tendrás cuando conozcamos las nuevas medidas de austeridad.
 
Me sonríe condescendiente, con una mueca irónica que me hace recordar a Chucky.  Vuelve el dolor de cabeza y decido darle el tratamiento adecuado.  Mi viejo amigo Walker, Johnnie Walker, sabe lo que hay que hacer.
 
 

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